Por una Legislación Autonómica Descolonizadora
Víctor Hugo Quintanilla Coro
Cultura Quechua, Norte de Potosí
Asesor Comité de Educación y Salud-Cámara de Senadores
1. La aprobación de la Constitución Política del Estado Plurinacional ha hecho posible dialogar en el marco de un horizonte antes inusitado, especialmente para quienes aún no pueden aceptar el paulatino protagonismo de las culturas indígena-originarias. Este nuevo horizonte es la descolonización. En este sentido, uno de los aspectos que no se debe perder de vista, a la hora de abordar, por ejemplo, el tema de la autonomía es la concepción de política desde la que nos estamos refiriendo a la organización territorial del Estado Plurinacional. Naturalmente, no de la política desvinculada del horizonte de la descolonización, sino de la política descolonizadoramente pensada, que aquí ya tiene que ver con la política del Vivir bien en comunidad o sociedad.
2. La política definida como Vivir bien, entonces, es el primer marco teórico que se debe tomar en cuenta para configurar el trasfondo sobre el cual todos los aspectos de procedimientos técnicos y de gestión serán llevados a cabo. Tenemos esta apreciación debido a que, frente a la alternativa de construir un trasfondo de carácter occidental-moderno, es mucho más pertinente y constitucional estructurar una relación de autonomías sobre un marco teórico político epistemológicamente “propio”, que sobre la base de marcos teóricos o perspectivas que no deben constituir más que punto de referencia, pero ya nada más. El tiempo en que todo el despliegue del país se basaba en fundamentos occidentales y, por ello, coloniales, ya no debe ser reiterado.
3. Por este motivo, si es necesario orientar el imaginario de los bolivianos y bolivianas para asumir de un manera descolonial proyectos constitucionales como la Ley de Autonomías, es preciso encarar por lo menos dos tareas: por una parte, estructurar el marco teórico de la política comprendida como Vivir bien y, por otro, articular todo el proceso legislativo a dicho nuevo marco teórico. Si para darle mayor particularidad a esta otra perspectiva es necesario recordar anteriores perspectivas de política, ello no puede estar en cuestión, siempre y cuando dicha revisión no lleve a todos a usar esos lenguajes, para debatir las autonomías en el país, como si aún fuera el único lenguaje teórico para hablar sobre la reestructuración territorial en Bolivia. Entonces es equívoco plantear que los bolivianos y bolivianas (senadores y senadoras) deben ser educados en el manejo de una serie de definiciones sin pertinencia cultural, para llevar adelante debates legislativos que deberían más bien comenzar a usar un lenguaje teórico “propio”, basado sobre la investigación de las cosmovisiones de los saberes y prácticas de las culturas indígena-originarias. Esto nos lleva a considerar otro aspecto.
4. No es cierto, no puede serlo, que los únicos referentes existentes para abordar el asunto de las autonomías tiene que ver con las experiencias occidentales, como la de España. No existe ningún criterio para aceptar que los únicos referentes históricos o teóricos están en la Europa occidental. La consecuencia de esta postura, además de ser colonial, implica anular todo lo que existía espiritual, educativa, económica y políticamente antes de la invasión del Abya Yala, por parte de ese camaleónico primer mundo, que muchas veces nos ha hecho creer que sus interés también deben ser los de los demás pueblos. En este punto, es fundamental que los “técnicos” del Estado Plurinacional depongan esa ley del menor esfuerzo “intelectual”, que los lleva sólo a ser buenos repetidores o aplicadores de marcos teóricos ya existentes, y no a investigar nuestro proceso histórico-social y cultural diverso, para producir nuevos marcos teóricos. Esta labor de carácter epistemológico tiene suma importancia, porque contribuye a darle espesor teórico filosófico al proceso de la revolución cultural en Bolivia.
5. También está el otro defecto por superar: la creencia de que más vale marcos teóricos en mano o ya “manufacturados”, que aprender y seguidamente articular las perspectivas que teóricos críticos del mundo occidental han venido estructurando desde hace por lo menos cincuenta años atrás. ¿Por qué no se revisa dichas contribuciones críticas de la modernidad, para reconducir el proceso boliviano por un camino ya desprovisto de los errores que el mundo occidental-moderno condenó a sufrir a toda la humanidad y a toda la naturaleza del planeta? Llegados a este extremo, ya no cabe duda de que asumir una conducta investigativa, más allá de la simple labor tecnicicista, es urgente para darle contenido descolonizador ya no sólo al Proyecto de Ley de Descentralización y Autonomías, sino a todas y cada una de las leyes que determinarán el imaginario social plurilingüe del Estado Plurinacional.
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